lunes, 23 de junio de 2014

A los hombres no les gustan las chicas de manos grandes

Desde que se reunieron en esa plaza tan alternativa de la ciudad, él no dejó de estrecharla en su abrazo delgado. A ella, sus arrugas y su tez morena le estimulaban cada vez más. Ella le llevó a esa vieja iglesia, él le pidió cariñoso que le enseñase aquella parte de la ciudad. Rocío no creía que aquel hombre experimentado pudiera interesarse por aquella vieja iglesia. Pero así fue. Y la conversación subía. Y los impedimentos a su relación bajaban.
Después de visitar la Iglesia, fueron a escuchar jazz. Y al ritmo del sugerente saxofón se abrazaban. "Es alucinante. ¿Ves cómo se para todo alrededor?". Rocío claro que lo veía. Lo sentía. Estaban unidos.
Al regresar, Rocío conducía el coche de él. Pocos kilómetros les separaban de casa de ella. Durante el trayecto, no dejó de tocarle la entrepierna mientras ella conducía. Trayecto en silencio. Llegaron, ella aparcó frente al portal. Él musitó una frase de duda: "¿Dónde nos lleva este juego?". Bajaron del coche. Él se despidió con un "chao".

Esa noche, separados, ella se llenó de él.

En la próxima tarde que pasaron juntos, él la recibió diciéndole que se había terminado.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Modelo biomecánico de la mano. Kapandji.


Excelente diseño de Kapandji. La disposición mecánica de los tendones de la mano.

domingo, 11 de diciembre de 2011

sábado, 5 de noviembre de 2011

Torpe Habilidad

Sonó su móvil con una canción que, de conocida, odiaba hasta la saciedad. Hablaba con el carpintero afablemente, y la conversación me trajo el olor a yeso que envuelva la cándida ilusión de hacerte un techo. Quise cambiar mi opinión sobre él. Se desenvolvía con su carpintero. Empezó a subir el volumen de su voz para romper con el recuerdo de mi hogar a medio formar. "Pondré una hoja de reclamaciones". Es todo lo que dijo finalmente. Y es que hay personas cuya principal habilidad es sacar a relucir todo lo peor de cualquier situación que les rodee. Y, para mi sorpresa, él estaba orgulloso de su aptitud. Al fin y al cabo, por esa extraña habilidad pudo conservar su empleo. Ese día, en su conversación con el carpintero, entendí porqué me hizo lo que me hizo. era su principal habilidad. Le mostraré la mía.

Quince Minutos

Acepté tomar café con él. Al fin y al cabo, iba a ser cuestión de quince minutos. Quince minutos que me librarían de sus descréditos al aire y de su mirada doblada. Sin embargo, en un punto de aquella conversación forzada volvió a suceder, me volvió a sonreír delante de un café cotidiano. Menos mal que ese día no había sacarina y le vi dar esas vueltas ridículas con la cucharilla. Sus muñecas torcidas de niña sin fuerza que, aun así, no dejaban de dar golpes en la mesa, borraron mi sonrisa autocomplaciente. Mequetrefe auténtico.

jueves, 6 de enero de 2011

Mira a la vejez a los ojos,
porque llevas un anciano dentro de ti.