sábado, 5 de noviembre de 2011

Torpe Habilidad

Sonó su móvil con una canción que, de conocida, odiaba hasta la saciedad. Hablaba con el carpintero afablemente, y la conversación me trajo el olor a yeso que envuelva la cándida ilusión de hacerte un techo. Quise cambiar mi opinión sobre él. Se desenvolvía con su carpintero. Empezó a subir el volumen de su voz para romper con el recuerdo de mi hogar a medio formar. "Pondré una hoja de reclamaciones". Es todo lo que dijo finalmente. Y es que hay personas cuya principal habilidad es sacar a relucir todo lo peor de cualquier situación que les rodee. Y, para mi sorpresa, él estaba orgulloso de su aptitud. Al fin y al cabo, por esa extraña habilidad pudo conservar su empleo. Ese día, en su conversación con el carpintero, entendí porqué me hizo lo que me hizo. era su principal habilidad. Le mostraré la mía.

Quince Minutos

Acepté tomar café con él. Al fin y al cabo, iba a ser cuestión de quince minutos. Quince minutos que me librarían de sus descréditos al aire y de su mirada doblada. Sin embargo, en un punto de aquella conversación forzada volvió a suceder, me volvió a sonreír delante de un café cotidiano. Menos mal que ese día no había sacarina y le vi dar esas vueltas ridículas con la cucharilla. Sus muñecas torcidas de niña sin fuerza que, aun así, no dejaban de dar golpes en la mesa, borraron mi sonrisa autocomplaciente. Mequetrefe auténtico.